Lo que queda
Después de dejar en el aeropuerto
a amigos, tíos, primos, cuñados e incluso hijos o padres y regresas a casa y
¿qué te queda?, hay un cuarto vacío,
álbum de fotos que quedaron en la casa, quizás cajas de cosas que no cabían en
las dos maletas de 23 kgs, papeles y documentos por buscar, ya que no les dio
tiempo apostillarlos, cosas que quedaron por vender y mucho más.
La psicoanalista Adriana Prengler (Sociedad Psicoanalítica
de Caracas) se refería a la migración en este sentido:
"migrar es una
experiencia que aún en las mejores circunstancias es dolorosa, y se centra en
un duelo que hay que elaborar, ya que a diferencia de otros duelos no hay una
pérdida real del objeto, ya que no muere, está en otro lado, es un objeto
perdido que prosigue su existencia, pero separado del que emigra".
Alvarado y Núñez (2006) señalan que se presenta un
cansancio asociado con malestar cuya expresión de angustia son los sentimientos
de culpa, hostilidad reprimida, incluso semejante, como si experimentaran, el
síndrome del nido vacío. Sin embargo las pérdidas de la migración no son
totalmente claras, completas e irrevocables, son ambiguas porque se arropa la
idea de un posible retorno del que se fue.
Pauline Boss (1999) indica que los familiares
acogen tal esperanza, en tanto el migrante se encuentre físicamente ausente
pero psicológicamente está presente y es mencionado recurrentemente en el
entorno; esto sucede en familias con una persona fallecida en la guerra o los
desaparecidos políticos, cuyos cuerpos nunca se encuentran, se necesita una prueba
material del fallecimiento de la persona para elaborar el duelo, de lo
contrario se continuará con la espera abierta, por más irrealista que esta sea.
Y es que el duelo es del que se
va y el que se queda, unos cambian los
paisajes a veces el idioma y las condiciones de vida, pero ambos experimentan
el vacío de ese afecto o pérdida del
objeto, el núcleo central está en ese manejo de la pérdida o duelo para lograr
redefinir roles, reacomodar rutinas, replantear
proyecto de vida y orientar la vida en términos de bienestar y
felicidad.
Es inminente, queda reorganizar
la vida sin esos seres queridos que tuvieron que irse, queda indudablemente
frustración en muchos casos porque las condiciones de vida actuales siguen
iguales, tal vez depresión, soledad pero aparte de todos estos sentimientos
queda tu actitud con la que vas a enfrentar estos retos, eso no se ha ido,
queda una persona con recursos internos, con fe, con resiliencia, con otros
amigos, vecinos o familiares que también se han quedado por múltiples razones
por lo cual no estás solo, si, la vida
continua a pesar de todo.
El duelo hay que
vivirlo
No existe pastilla, jarabe, te o
terapia mágica para evitar el duelo, entonces la primera recomendación es
aceptarlo; habrán momentos tristes, nostálgicos, de reflexión y mayor recogimiento
y eso hay que reconocerlo, transitarlo y respetarlo. Nuestra cultura venezolana tiende a
minimizar, desvalorizar y a mitificar el dolor, como una especie de enfermedad
que hay que erradicar así sea con alcohol, goticas milagrosas, paseos, compras
compulsivas, dulces y en el peor de los casos pastillas para la depresión
automedicadas. Tenemos sobre los hombros
el estigma cultural de ser alegres por naturaleza y de hacer un chiste de todo,
por lo tanto se nos prohíbe entristecernos, se nos sanciona por llorar,
expresar dolor y hasta por despedirnos, la realidad es que mientras más escapes del
dolor más te perseguirá, probablemente
en forma de somatizaciones, irritabilidad, ansiedad, insomnio, alteraciones del
apetito, dificultades de atención, fatiga y desinterés por las cosas que antes
hacías normalmente. Negar el dolor te puede someter en forma de depresión.
El duelo no es para toda la vida
sino hablaríamos de un duelo complicado o crónico que requeriría una atención
profesional específica, el duelo normal pasa por varias etapas como negación,
ira, negociación, depresión y aceptación, esto puede ocurrir entre semanas y/o
meses, con un orden que puede variar y que será distinto según las diferencias
y experiencias personales en el manejo de pérdidas y duelos en la vida.
Y te preguntarás qué puede
complicar tu duelo, pues muchos factores, uno de ellos que es clave, es la
experiencia previa ante las pérdidas significativas en tu vida, si a temprana
edad viviste una situación de pérdida que no se ha resuelto incluso en la vida
adulta, probablemente este duelo se reactivará ante la partida de un ser
querido para ti; la edad es un factor importante, imaginemos si es un niño que
debe quedarse con su abuela mientras sus padres se establecen económicamente,
otro factor tiene que ver con el tipo de relación establecida con ese ser
querido, rol que ocupaba en tu vida, si
había o no dependencia física o emocional y claro está en qué términos estaba
la relación en ese momento, quizás es
diferente si quien se va es un hijo joven soltero quien nunca había vivido
fuera de casa y que apenas se acaba de graduar, al caso de un amigo muy querido
que se va con su familia; adicionalmente
está el hecho de que tal vez decidiste conscientemente quedarte en el país de
origen o por situaciones ajenas a tu voluntad tienes que quedarte, son factores
que podrían o no complicar las cosas.
El camino interior
“El mundo es redondo y
el lugar que puede parecernos el final, puede ser también el principio” Yvi
Baker Priest
Al tiempo que transitas por ese
dolor y momentos de frustración y hay
incluso días más soleados, más livianos y emocionalmente más ligeros, el dolor
va tomando otros matices, aparecen
nuevos intereses, nuevas caras, relaciones, alegrías incluso reencuentros que
pueden ir fortaleciendo ese mundo emocional día a día, hay un primer reencuentro
que es con nosotros mismos, y que nos confronta con algunas preguntas: ¿ahora
qué hago?, ¿quién soy?, ¿qué voy a hacer con esto? y ¿qué tengo que aprender de
esta experiencia?, preguntas muy profundas que se van develando con el tiempo y
que su respuesta es muy personal. Lo que
si es seguro es que cada persona cuenta con recursos para afrontar el duelo y
estos recursos son lo que en psicología llamamos resiliencia, que no es más que
la capacidad de los seres humanos de salir fortalecidos ante experiencias
adversas. Durante el tiempo que trabajé
con niños desvinculados de su familia de
origen, todos de distintas edades, sin relación entre sí, cada uno con una historia
de vida más difícil que los otros, pude constatar que en la práctica todos
contaban con recursos para ser resilientes, y en ese sentido y a pesar de la
situación tan adversa como era estar fuera de su núcleo familiar pude conocer
personitas muy especiales, con ganas de
vivir, desarrollarse, amar a otros y ser felices, y esto no lo descubres en
libros de autoayuda ni mensajes motivacionales en el vacío.
Mención aparte tiene el tema de
reorganizar roles y replantear tu proyecto de vida, en este punto quiero
detenerme principalmente con aquellas personas que centraron sus roles en torno
a la paternidad y maternidad, dado que la vivencia de migrar es un concepto muy antiguo pero en nuestro
país Venezuela tiende a ser relativamente novedoso, la migración de familiares cercanos llega a
romper y generar crisis en las relaciones y expectativas familiares que a
primera vista puede ser impactante, no obstante en personas que pertenecen a
familias sanas y buenos recursos interpersonales la idea de reorganizar va
justo en el sentido de ir descubriendo nuevas relaciones, intereses, proyectos
personales y adaptar las tradiciones familiares de modo que la vida cobre
nuevamente un sentido.
En el caso de los niños que se quedan
con otros familiares mientras sus padres emigran, sin ánimos de dar recetas
porque la experiencia migratoria es bastante personal, es importante saber que los
chicos van a manifestar expresiones de duelo según su edad, quizás cambios de comportamiento,
emocionales, dificultades en su rendimiento escolar e incluso sentimientos de
abandono que son importantes de manejar por los adultos que están a su cuidado
y en el caso de los padres es clave mantener una comunicación en lo posible
frecuente y fluida con sus hijos asegurándole ese amor y contacto que necesitan
particularmente en este momento y así mismo con los cuidadores a cargo procurando
fortalecer ese equipo mientras las condiciones mejoran para su pronto
reencuentro, nuevamente es un proceso que requiere una alta dosis de adaptación
y flexibilidad como sistema familiar, por el ajuste de roles que están
haciendo.
Nadie dijo que esto iba a ser
fácil, rápido o indoloro, lo que si puedo asegurarte es que transitar el camino
que te lleve descubrir esos recursos internos, a aprender de esta experiencia y
valorar esta nueva ruta es gratificante, está lleno de preguntas y a veces no
tiene tantas respuestas como nos gustaría.
El día que yo dejé de hacerme tantas preguntas en relación a una pérdida
muy importante en mi vida, comencé a transitar el camino de la aceptación y el
dolor comenzó a transformarse en más amor.
Quiero pero no quiero emigrar. Contradicciones
Ya es bien sabido sobre todos los
retos que supone emigrar, las decisiones y los cambios son múltiples, te
encuentras frente a muchas preguntas, no todas tienen respuesta y hay que
lidiar con eso, sin embargo no es menos cierto que en el proceso de la toma de
decisión hay una fase crucial: ¿me voy o me quedo?.
Es posible que comiences con
frecuencia a imaginarte en un nuevo lugar, en un nuevo ambiente con nuevas
personas, relaciones, trabajo, etc. pero resulta que en la realidad todo lo que
haces te aleja de esa fantasía y posteriormente meta objetivo, parece
contradictorio ¿verdad?, tal vez conozcas a alguien que quiso ser un exitoso
profesional pero ni siquiera se ha acercado a la universidad para saber cuándo
es la prueba de admisión para alguna carrera; algo parecido pasa con las
decisiones importantes en la vida, casarse, divorciarse, tener hijos o no, ir a
la universidad, obtener o renunciar a ese empleo y emigrar a otro país, entre
otras. Prácticamente un factor común en
todas ellas es que suponen grandes cambios en tu estilo de vida y los cambios
producen miedo, porque salir de la zona de confort, no es fácil ni agradable al
principio, en este sentido si crees que estás en esta fase es importante
revisar cuál es el rol que están jugando tus miedos para alcanzar esa meta que
deseas, identificarlo, reconocerlo, aceptarlo y luego afrontarlo porque si
ellos están allí paralizando tus decisiones no importa que alcances el contrato
de trabajo soñado, estatus legal en el nuevo destino, comodidades, facilidades
y hasta el boleto comprado en primera clase, no te vas a ir, posiblemente
porque tu viaje está solo en tus ideas y no en tus pasos para llegar a la meta.
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Fuentes:
Seminario Consecuencias
y conflictos de la emigración Asociación Psicoanalítica de Caracas, 2015
Sierra Uribe. Para vivir los duelos (2006)
Lic. Rosalynn Herrera
Psicóloga escolar, psicoterapeuta, asesora familiar.
Migrante y mamá venezolana.
FB e IG
autora de @psicoblogueando