lunes, 11 de septiembre de 2017
Nuestro primer año en Bogotá
Esa noche que llegamos a Bogotá recuerdo perfecto que fue un viaje con escalas y lo que debíamos recorrer en unas dos horas lo hicimos como en cuatro, llegamos a una ciudad fría, lluviosa, era media noche, todo me parecía ajeno sin embargo el portero del edificio nos recibió con una amable sonrisa, esto pintaba bien, pensé yo por un momento, al entrar el apartamento vacío me recordaba que aquí estamos empezando de nuevo, con tanto cansancio dormimos tranquilamente a pesar de todo lo nuevo que nos rodeaba. La primera mañana salimos a comer algo y en ese entusiasmo inicial me encontré con sabores muy diferentes, quizás por no preguntar antes sino entregarme a la aventura de probar platos con nombres raros, ese día recordé que siempre siempre debo preguntar de que se trata eso nuevo que quiero probar sino busco por google, aprendo nuevas recetas, términos y expresiones que me hacen conectarme más con esta cultura.
Los meses han transcurrido entre superar la novedad de todo, incluso de poder trasladarme, hacer mercado o compras, ir a cursos, hacer amigos, aprender nuevas palabras, celebrar cumpleaños por videollamadas, conversar con mis amigas por skype, apoyarse desde lejos incluso cuando alguien fallece, apreciar lo verde de esta ciudad, disfrutar sus ofertas culturales, entender la historia y la cultura de este país y su gente; luego de un año ya no necesito una aplicación para saber como ir y volver a mi casa, tengo rutinas, tuve mis primeras visitas que disfruté al máximo y no veo el momento de volverlos a ver, creo que acepté que la nostalgia nos va a acompañar de a ratos, que siempre habrán diferencias porque obviamente a pesar de estar en latinoamérica hasta el café se llama distinto, entendí que aquí nadie te conoce y por tanto debes ganarte un espacio en lo personal, en lo social y en lo profesional sobretodo, por tanto la humildad no te puede faltar en la maleta, y mucho menos la fe, la paciencia y la tolerancia, porque habrán días que te cuestiones por que estás aquí en un lugar diferente, que llores o añores aquello que tenías porque te sientes exiliada de tu país, pero la mayor parte de los días te vas a sentir agradecido porque has decidido en forma consciente avanzar y aprender nuevos modos de ser y estar y para mi de eso se trata vivir en libertad.
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