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lunes, 4 de marzo de 2019

Batallas de familias inmigrantes

"Hace varios meses que mi esposo se fue a otro país, decidimos que era lo mejor en nuestro caso, yo me quedé con las niñas mientras él se estabilizaba para volver a estar juntos nuevamente y así hicimos desde entonces, hoy la decisión me pesa más que nunca, nunca nos habíamos separado de esta forma, a veces él viajaba por trabajo, pero tanto tiempo, tantos meses, por un lado la nostalgia de nuestras hijas, a pesar de que se llaman y es verdad hay más recursos tecnológicos, mis hijas quisieran atravesar las pantallas, un abrazo, un beso virtual, un cumpleaños virtual, claro que nunca serán iguales, por otro lado yo también lo extraño horrores, incluso a veces temo que nos deje, que me abandone, no se que más hacer..."

No sé cuantas personas se identifiquen con esta historia, cúantas mujeres o cuántos hombres en ese caso, pero lo que si es cierto es que está pasando en muchos lugares del mundo y sé que pasa en Venezuela, porque yo también soy parte de esta historia, algo que pareciera una elección en principio, pero una elección porque no queda de otra, no deja de doler por las consecuencias que tiene para todo el grupo familiar, porque sin temor a equivocarme hace 20 años no estaba en los objetivos de muchas familias que conozco.

La fórmula para que todo esto deje de doler está en el mismo lugar donde existe un mundo perfecto, en canciones, poemas, tal vez en películas, es decir en un mundo de fantasías, lo cual no quiere decir que debas ser una víctima perenne de las circunstancias, esto que hoy te sucede es real, es difícil y allí enfatizo el tiempo, porque es algo temporal, es posible que puedas darle un sentido, un para qué, un "a partir de ahora yo",  este es el punto de inflexión para que conscientemente empieces a vivir en vez de sobrevivir.

La historia nos ha mostrado que aún en las circunstancias más adversas, los humanos tenemos la capacidad de sobreponernos en mayor o menor medida, superar, aprender y salir fortalecidos de estas experiencias, esto no niega que esas experiencias hayan sido muy difíciles, injustas, dolorosas y traumáticas,  pero lo que si afirma es que esta capacidad existe, es posible desarrollarla independientemente de la edad, el género o cualquier otra variable socio-demográfica, es posible ser resilientes.

Y en este punto pudieras afirmar, "está bien todo eso en palabras, pero sigo sintiéndome mal" y es que tal vez no son las palabras de afuera, las redes sociales, los hechos, los amigos, etc. donde debas buscar tu fuente de bienestar interno, sí, seguramente pueden ayudar, incluso acompañar en tus batallas, sin embargo tu fuente de paz interior está justo adentro de ti, en tus memorias de fortaleza cada vez que superaste una crisis, en tu capacidad de esperar lo mejor de las cosas, en tu fe, en tu confianza, en lo que te da autenticidad y te hace diferente a otros, en cada lección aprendida a través de los años, con cada perdón que has dado y te has dado, con esos pensamientos negativos que decidiste dejar ir, cuando miraste al dolor y en vez de callarte, lo miraste a la cara, lo aceptaste y le dijiste sabes qué, gracias por las lecciones que me has dado, pero hoy comienzo a dejarte ir, es suficiente, porque quiero continuar viviendo lo mejor que pueda el resto de los años que tenga.

PD.: Partes de la historia inicial son reales y con autorización de la persona que me contactó.


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Lic. Rosalynn Herrera
Psicóloga escolar, psicoterapeuta, asesora familiar.
Migrante y mamá venezolana.
FB e IG  autora de @psicoblogueando



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